Tomado de Progeven
“Todavía estoy en estado de shock por lo ocurrido el pasado sábado. Mis condolencias a las familias de las víctimas. Me han dicho que ha sido un ajuste de cuentas entre bandas y me aterroriza pensar en que alguien pueda actuar de esa manera en un evento para 7000 personas. Esto no es una escena de baile, se encuentra a miles de kilómetros de eso, y esto no es a lo que yo me dedico ni a lo que me quiero dedicar”.
Fuente: semanario URBE.
Lo anterior, fueron las palabras de la leyenda del Techno mundial, Carl Cox. Y es con motivo de cumplirse 7 años de un suceso que marco para siempre a una escena electrónica que en su momento estaba en uno de sus mejores momentos, no podíamos ni debíamos dejar de reseñar una situación que lamentándolo mucho sigue sucediendo, al parecer a los seres humanos nos cuesta aprender de nuestros errores, no medimos consecuencias para nosotros mismos y mucho menos para los demás.El problema visto desde este lado del charco, radica en que una fiesta, evento, festival, feria, como lo desees llamar, es parte activa de una sociedad, sociedad que año tras año, no solo en Venezuela, si no a nivel mundial está cada vez más degenerada, corrompida, desequilibrada y paren ustedes de contar.
Cuando se azuza a las bestias estas reaccionan inclusive hasta en contra de su propio amo, dice la frase. Es por ello que una parte de lo que actualmente, y lamentándolo mucho sigue sucediendo en nuestro país en torno a la música dance, va entorno al público equivocado a la que se le ha dado acceso y promovido un concepto de “Música Electrónica” completamente desfasado, erróneo, fuera de lugar bajo todo concepto. Si las bestias están sueltas y no conforme con estos las azuzas y reúnas a ellas en un solo lugar, no podemos esperar más que resultados trágicos en todo momento, no solo perjudicando vidas, perjudicando también un medio musical donde, “debería” combinarse, el arte, el respeto, la unión, la “paz” si entra este último.
Producir fiestas de cualquier índole electrónico es un riesgo fuerte en nuestro país, donde ‘vamos a vacilarla en esa rumba pa ve que es lo que’ se lleva como bandera, lo cual se traduce en: ‘yo no sé quién toca ahí, ni que genero escucho, pero si me encuentro con el que tal, bueno…‘ Pues bien, esta demás decir las consecuencias que todos sabemos: muertos, heridos, malos ratos, traumas, decisiones post evento de irse del país, esquizofrenia y un largo etcétera.
Al parecer muchos DJs y productores de nuestro país no comprenden que una buena cantidad de aplausos en una noche no los levantara de la urna una vez estén adentro, que fotos y reseñas por los mejores medios del medio nocturnos, no los protegerán de ser gravemente heridos de bala mientras ellos realizan su trabajo para un público equivocado.
“Con un disparo en la cabeza muere DJ en Caracas _________ (agrega tu ciudad) mientras estaba en pleno toque” , nos parece que ese titular para un periódico impreso o portal digital, asusta a muchos pero hace que se alejen pocos, esos pocos que quizás piensan un poco más allá y literalmente no arriesgan sus vidas por una cantidad de dinero recibida por una noche, más “fama” y aplausos, contactos entre otros beneficios que pudieran tener.
¿Qué se espera con todo esto de promover eventos electrónicos para un público incorrecto? ¿Hasta que no asesinen en plena cabina a un DJ de reconocida trayectoria nacional e internacional no se tomaran medidas?
Bien, ya depende de cada DJ/productor decidir con que promotora trabaja o no, ya depende del público decidir a qué fiestas asistir de acuerdo a la productora que realiza el evento. Como dijimos anteriormente, la situación es un problema social de nivel alarmante pero llevar el peligro a los lugares de esparcimiento, diversión, entretenimiento donde público y artistas arriesgan sus vidas, lo hace completamente absurdo.
Para finalizar, los dejamos con esta narración de los hechos por parte de un artista que vivió el terror dentro de un club en la ciudad capital. Agradecemos enormemente su colaboración (identidad anónima) para profundizar mucho más sobre este artículo y la situación actual:
“Entre gritos horrorizados, cristales rompiéndose y repetidas ráfagas de balas al azar, allí, tirada en el suelo detrás del Discplay, lo único en lo que pude pensar fue en pedirle a Dios aunque fuesen unos minutos más de vida para poder despedirme de mis papás.
No sabía si los volvería a ver. Tampoco sabía dónde estaba mi teléfono para llamarlos. Lo único que sabía era que me dolía el brazo derecho y que había una pila de cuerpos sobre mi diciéndome “todo va a estar bien”, “cúbrela a ella chamo”, “esto se acabó, se acabó esta discoteca, esto se fue a la mierda”, “malditos hijos de puta”, “el Discplay no nos va a proteger si echan plomo para acá”.
Unos minutos antes de que sucediera la tragedia, estaba feliz por haber sido invitada como Dj de la noche, a un evento tan selecto y glamoroso. Gente hermosa, vestidos de marca, whisky, champagne y una zona VIP. Jamás imaginé que esa zona VIP se convertiría en el lugar donde mi amiga , que me acompañaba, recibiría una bala en su costado y que más tarde se le alojaría en la pierna.
Esa madrugada, cuando ya no sonaba nada, ni ruido ni música, porque los muertos ya estaban muertos y los vivos habían logrado escapar, nosotros, los Djs, aún seguíamos allí detrás del Discplay como el último sitio olvidado de la discoteca, sin saber qué esperar cuando nos asomáramos a la pista de baile. En efecto, cuando nos asomamos, había un chica con el maquillaje corrido por las lágrima y los pies llenos de sangre que nos preguntó: “han visto mis zapatos?, los estoy buscando”.
Nada nos preparó, o al menos a mi, para lo que estaba a punto de ver. Cadáveres esparcidos, vidrios manchados de sangre y otros detalles que no puedo recordar porque el piso era una trampa de vidrios de cualquier tamaño y si perdía mi equilibrio viendo cosas morbosas, me podía lastimar, más.
Bajé las escaleras lo más rápido que pude y allí fue cuando lo vi. Un primer cuerpo agonizante que gritaba desesperadamente por ayuda, porque estaba tan ocupado sobándose los raspones de la cara por las pisadas de la estampida que lo tumbó al piso, que no se dio cuenta que en realidad lo que le dolía era el disparo que le habían dado y que minutos después, le hubiera causado la muerte.
¿Acto de cobardía? Tal vez. Yo lo llamé mejor acto de inteligencia. Me fui de Venezuela. Cociné por mucho tiempo esa decisión y esa noche fue la gota que derramó mi gran balde de agua. Esa noche no vi muertos. Esa noche vi una sociedad indefensa ante algo que no podemos manejar. Cambiar, tal vez. El grano de arena se convierte en un saco. Pero en el momento en que esa realidad te toca vivirla, te explota en la cara. Y sólo es cuestión de suerte o de destino para algunos, para otros es cuestión de Dios. No hay palabras que valgan ni acciones que te protejan. Las balas no tienen dueño. Se adueñan de ti si te alcanzan, pero mientras están en el aire te toca respirarlas. Es como una ruleta rusa. A partir de ese día entendí que mi vida era tan sutil, que el poder hablar con tus papás por un segundo valía más que toda esa porquería mundana de sets grabados, tracks producidos, sesiones de fotos, equipos para mezclar, invitaciones a eventos o portadas de revistas, grabaciones de videos o entrevistas, críticas y adulaciones, Sync y vinilos, vieja generación o no, música. Nada, nada vale. Lo que vale es hablar con tus papás para poder despedirte. Ojalá el chico aplastado por las masas en la entrada de la discoteca hubiese tenido ese segundo.
Cada quien es libre de enfrentar el último minuto como quiera. Y nadie puede juzgar a nadie por las decisiones que se toman. Pero desde aquí, desde el otro lado, me di cuenta de muchas cosas relacionadas con la vida electrónica de mi país. Me llama mucho la atención la gente que cree que la principal razón de la sangre en nuestras pistas de baile se debe al “público que se convoca”.
Cuidado. Yo no le prestaría tanta atención al público que se convoca. Le prestaría más atención al “perfil” de los productores y Djs que convocan a ese “tipo de gente” que asiste a la convocatoria. Cada quien tiene el público que se merece. O mejor dicho, cada quien tiene el público a quien VENDERLE. Y qué se vende? Formamos parte de una sociedad corrupta pero somos inteligentes. No creo que necesite entrar en detalles al respecto. Es lamentable que los ingresos de un grupo de Djs no provengan de la música. Esto, atrae balas.
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